martes, 19 de enero de 2010

HAITI

Este post es para los ignorantes que dicen que la política no les interesa. ¿No les interesa quien va a decidir el futuro de ellos, de sus hijos?...o qué piensan...?, que si les va bien o les va mal, es exclusivamente por su ingenio y/o esfuerzo personal?. Y todavía escuchan con atención a los garcas de los 90, a los que hablan de los mercados libres, y se espantan por el que diran de nosotros, los argentinos, los diarios extranjeros.

Pueden encontar las palabras arroz, Haiti, FMI y The New York Times.

Esto es de 2008

Extracto

Hermite Joseph, una madre que trabaja en los mercados de Puerto Príncipe, le dijo al periodista Nick Whalen que sus dos niños son como “pequeños palillos”, porque no están suficientemente alimentados. Antes, con un dólar veinticinco centavos se podían comprar verduras, algo de arroz, diez centavos de carbón y un poco de aceite de cocina. Ahora, sólo una pequeña cantidad de arroz cuesta 65 centavos, y de mala calidad. El aceite, 25 centavos. El carbón, 25 centavos. Un dólar veinticinco centavos ya ni siquiera alcanza para hacer un plato de arroz para un niño”.

El programa alimentario de la iglesia de Santa Clara, en Tiplas Kazo, un barrio de Puerto Príncipe, sirve 1.000 comidas diarias gratuitas, casi todas a chicos hambrientos, cinco veces a la semana, conjuntamente con la Fundación What If. Los niños de Cite Soleil han llegado a caminar 8 kilómetros hasta la iglesia para poder comer. El costo del arroz, de las judías, las verduras, de la carne, las especias, del aceite comestible, del propano para la cocina, se ha incrementado de forma alarmante. Y debido al aumento del precio de los alimentos, las porciones de comida se han reducido. Pero el hambre está aumentando y más y más niños van a por la comida gratis. A los adultos con hambre se les suele permitir comer las sobras una vez que los chicos se han saciado, pero ahora hay cada vez menos sobras.

Opinando sobre Haití el 18 de abril pasado, el The New York Times dijo que “su industria agrícola es un caos, necesita alimentarse mejor a sí misma”. Desafortunadamente, el artículo no decía absolutamente nada sobre una de las principales causas de la escasez: el hecho de que los Estados Unidos y otras instituciones financieras internacionales han destruido a los agricultores arroceros haitianos para ampliar el mercado del subsidiado arroz de los agricultores estadounidenses. Esta no es la única causa de la hambruna en Haití y otros países pobres, pero es su principal motor.

Treinta años atrás, Haití producía casi todo el arroz que necesitaba. ¿Qué ha sucedido? En 1986, tras la expulsión de el dictador haitiano, Jean Claude “Baby Doc” Duvalier, el Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo un préstamo a Haití por 24,6 millones de dólares, dado que se necesitaban fondos desesperadamente (Baby Doc asaltó el tesoro en su huida). Pero, para obtener el préstamo del Fondo, se exigía que Haití redujera sus aranceles comerciales que protegían su producción arrocera y de otros productos agrícolas con la finalidad de que se abrieran los mercados del país a la competencia con otros países. Los Estados Unidos fueron, por mucho, la principal voz en las decisiones del FMI.

El doctor Paul Farmer estaba entonces en Haití, y vio lo que sucedería: “antes de dos años será imposible para los agricultores haitianos competir con lo que ellos llaman el ‘arroz de Miami’. Todo el mercado de arroz local en Haití se desmoronará cuando el arroz estadounidense, barato y subsidiado o incluso en la forma de ‘ayuda alimentaria’, invada el mercado. Habrá violencia, ‘guerras por el arroz’ y se perderán muchas vidas”.

“El arroz estadounidense invadió el país”, recordó Charles Suffrard, un importante productor de arroz en Haití en una entrevista con el Washington Post en 2000. Hacia 1987 y 1988, había tanto arroz entrando al país que muchos productores dejaron de trabajar la tierra. El padre Gerard Jean-Juste, un cura haitiano que había sido pastor en la iglesia de Santa Clara y un defensor manifiesto de los Derechos Humanos, concuerda: “en la década de los 80, el arroz importado se vertía en el país a un precio muy por debajo del costo de lo que nuestros agricultores podían producirlo. Éstos perdieron sus trabajos y huyeron a las ciudades. Después de unos pocos años de arroz barato importado, la producción local cayó estrepitosamente”. Aun así, la comunidad empresarial internacional no estaba satisfecha. En 1994, EEUU, el FMI y el Banco Mundial pusieron como condición para ayudar al presidente electo Jean Baptiste Aristide al reasumir su cargo, que Haití abriera aun más sus mercados.

Pero si Haití es el país más pobre del hemisferio occidental, ¿qué razón pudo tener Estados Unidos para destruir el mercado del arroz de este diminuto país? No cabe duda de que Haití es pobre. La Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos informa que el ingreso anual per capita es menor a los 400 dólares. La ONU señala que la esperanza de vida en Haití es de 59 años, mientras que en Estados Unidos es de 78. Alrededor del 78% de los haitianos malvive con menos de 2 dólares al día, y más de la mitad lo hace con menos de un dólar diario.

Haití se ha convertido en uno de los principales importadores de arroz estadounidense. Las cifras de 2008 que ha mostrado el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos muestran que Haití es el tercer mayor importador de arroz procedente de ese país (alrededor de 243.000 toneladas de arroz). El negocio del arroz está fuertemente subsidiado en los Estados Unidos. Estos subsidios representaron el monto de 11 mil millones de dólares entre 1995 y 2006. Un solo productor, Riceland Foods Inc. de Stuttgart, Arkansas, recibió alrededor de 500 millones de dólares en subsidios al arroz entre 1995 y 2006. El Instituto Cato informó recientemente que el arroz es una de las materias primas a la que más contundentemente se ayuda en los Estados Unidos –con tres subsidios diferentes que alcanzan los mil millones de dólares por año desde 1998, y que se proyecta que alcancen una media de 700 millones por año hasta 2015. ¿El resultado? “en los países pobres, decenas de millones de cultivadores de arroz se han visto imposibilitados de sacar a sus familias de la pobreza debido a los precios más baratos y volátiles, producto de las políticas intervencionistas de otros países”.

Además de los tres subsidios para los productores de arroz, en Estados Unidos existen barreras arancelarias directas del 3% al 24%, informa Daniel Griswold del Instituto Cato –exactamente el mismo tipo de protecciones, aunque mucho más altas, que el FMI y los Estados Unidos exigieron a Haití eliminar entre las décadas de los 80 y 90—.

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