miércoles, 22 de julio de 2009

LAS AVENTURAS DE METEORO

La revista Meteoro es una de mis preferidas y la redescubrí hace poco tiempo, cuando compre un ejemplar de casualidad. Recuerdo haberla leído de muy chico, y siempre me llamo la atención (o creo que me llamaba la atención según mis recuerdos) la fantasía y cierta diversidad que existía en sus notas. Porque mas allá de las historietas, también la revista publicaba notas de divulgación, curiosas, historia, etc.


Por ejemplo, en un mismo ejemplar encontramos notas sobre San Martín, los piratas del Rio de la Plata, aviones, curiosidades geográficas, juegos de ingenio, y mas datos de divulgación. O en otro número notas sobre los Samurais, helicópteros e idiomas.


Pero bueno, además de esto que empujaba mi imaginación, estaban las historietas, básicamente dos:


Una era muy loca... me gustaba por lo rara cuando era pibe, y hoy me gusta por lo volada y llena de guiños de costumbres o cosas de Argentina, por mas que el personaje fuera un sheriff del lejano oeste...

Se trata de CHICLE BANG, escrita y dibujada por Efe. Hace un tiempo, fui con mi amigo Sergio Maganas a una exposición en homenaje a Ferro ¿y adivinen que?. Pues me entere que Ferro es el autor escondido en aquel seudónimo! Seguramente los entendidos y estudiosos de la historieta me estarán diciendo, casi sobrándome, y si pibe, no descubrís nada nuevo. En fin, solo les cuento lo que para mi fue un descubrimiento personal.



Tanto los personajes como las situaciones dan muestras de una gran libertad de creación, y de disfrute de don Ferro. El mismo protagonista, Chicle Bang con su interesante barriga y su continuo andar en cueros, no dan el estereotipo del personaje habitual de la historieta. Sus pelos largos, su remera con un dibujo de un corazón, su placa de sheriff colgando como un collar... nos sugieren un sheriff medio hippie y en absoluto violento. Viaja montado en una vaca, llevando en su mochila infinitos elementos. Las situaciones absurdas, extrañas, deliciosamente extrañas, como por ejemplo la carreta colectivo 60 en pleno desierto, además de hacernos reír y sorprendernos, nos remiten a nuestro país.


Las historias son continuadas en cada ejemplar.


La otra historieta es la principal y la que da nombre a la revista. Me gusta Meteoro, tanto en dibujo animado como en historieta. Estoy hablando del material realizado en los 70, no sé nada de lo que se ha filmado o editado en estos días. También acá hay menciones a la Argentina y muy notorias, lo cual indica que la historia no venía “fabricada” del exterior, sino que los argumentos eran realizados en el país. Lamentablemente los créditos, tanto del guionista como del dibujante, no están publicados.


Se respetan las características originales de todos los personajes, así como también los atributos del fabuloso Mark 5, protagonista y atracción mayor de la historia. Tengo que mencionar que mas que Meteoro, el personaje que me gustaba era el Enmascarado, también piloto de carreras, quien en realidad era el hermano mayor de Meteoro. Este último dato Meteoro lo desconocía. Y me atraía el personaje porque, pudiendo ser tan ganador como Meteoro, su objetivo era otro: el cuidar de su hermano, sin hacerse notar, sin decirlo, realizando su tarea casi en forma imperceptible, dejando el protagonismo a Meteoro. El Enmascarado es un personaje con grandeza de alma, que teniendo todo para triunfar, prefiere relegar los reconocimientos y la gloria, privilegiando el cariño y su destino de protección para con su joven hermano.



Las historietas son a color, como la Chicle Bang, pero a diferencia de esta, las historias son conclusivas.


FICHA TÉCNICA


Nombre

LAS AVENTURAS DE METEORO


Otro nombre

Se agrega en tapa la leyenda EL REY DE LAS PISTAS


Director

GUILLERMO MARTIRE


Editorial

ABRIL SAICIF

Tenía los derechos para Argentina, países de habla española de Latinoamérica y España.


Año de publicación

1975 A 1976?


Números publicados

1 AL 50


Otras publicaciones de la editorial

TIROLOCO, LOS PICAPIEDRAS, LOS AUTOS LOCOS, ASTERIX


Extra

Imagenes de la editorial al momento de la entrega de premios a sus pequeños lectores




lunes, 20 de julio de 2009

Pobre ANSES mia!!!

Oscuros y pesados (o dolarizados) nubarrones se ciernen sobre nuestro adalid republicano, Marquitos Aguinis. El dedo rector de la libertad y del raciocinio se acalambra, quizas de tanto contar billetes. El faro altruista que ilumina nuestra negrura populista titila, casi que se apaga... mas bien me parece que se prende fuego...

Si no, lean el artículo de don Horacio:

¡Decencia, canejo!

Por Horacio Verbitsky

El énfasis en el título es un merecido tributo a Marcos Aguinis, cuyo último libro es ¡Pobre patria mía! y cuyo último artículo en el diario La Nación se llamó “¡Hambre cero, ya!”.

Según su página oficial, este enfático escritor cordobés “dibuja con arte a sus criaturas y las torna imborrables”. Es tan diestro “en el manejo de los afectos” que “no deja renglón sin poesía o consecuencias” y su “estilo certero como ballesta” convierte a su última novela “en una de las mejores historias de amor que jalonan el curso de la literatura”.

Munido de tan robusta autoestima, Aguinis orienta el grupo Aurora, autoconvocado para salvar la República. Su primer documento planteó que “no habrá desarrollo ni progreso posible en Argentina sin decencia”. El grupo se propone aportar a la reconstrucción republicana y a la distribución del ingreso. Varios de sus integrantes destacaron que ninguno de ellos se apoya en el Estado. En su nota Aguinis atribuyó el hambre al “ineficiente uso que se hace de las multimillonarias cifras que se recaudan”, afirmación con la que no se puede discrepar. En este caso con llamativa modestia, Aguinis omitió su propia parte en este cuadro.

El 4 de febrero de 1986, el presidente Raúl Alfonsín lo designó secretario de Cultura de la Nación, a sugerencia del anterior titular, Carlos Gorostiza, quien lo recuerda como un colaborador muy apropiado para la representación oficial en ceremonias protocolares en las que según le informaba Aguinis, “estuve brillante”. Gorostiza también tiene presente una discusión con su asistente, porque Aguinis usaba los vehículos y los choferes de la Secretaría de Cultura para las actividades personales de su esposa, una de las razones por las que “sólo duró pocos meses”. Le pidieron la renuncia el 21 de enero de 1987. Por esos once meses de gestión tramitó una de las jubilaciones de privilegio de la ley 21.121. Hombre bien ordenado en cuestiones institucionales, se le contabiliza el primer pago el 8 de julio de 1989, día de la asunción de Carlos Menem como presidente.

En abril de 2003 el candidato a la presidencia por Recrear, Ricardo López Murphy, fue interrogado en el programa de radio “Jaque Mate” por estos ingresos de Aguinis, quien era uno de sus principales colaboradores. Luego de un largo silencio dijo que había que preguntarle a él, pero que “eso está dentro de la legalidad. El régimen que estaba vigente era ése. Si usted me dice si yo creo que es un buen sistema, mi respuesta es no”. Pero aclaró que no le pediría que renunciara a esa prebenda. Con todas las actualizaciones, el haber actual de Aguinis es de 6.629,68 pesos. Lo cual en los veinte años transcurridos implica un total de 1.723.716,80 pesos, significativo aporte personal a la distribución del ingreso que propone el grupo Aurora.

jueves, 16 de julio de 2009

HUMOR JUDIO... QUE NO LO VEA EL RABINO BERGMAN!!!

Los autores son Pablo Tajer y Daniel Sacroisky.

Hay una nota a los humoristas publicada en PAGINA 12 este domingo.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5419-2009-07-16.html

domingo, 12 de julio de 2009

REPUBLICANOS

Oia, ha nacido un nuevo grupo de salvadores republicanos, para desinfectarnos de la chusma popular. Entreguemonos a sus políticas e ideas altruistas, para nada interesadas... (en el país y su pueblo).

Por Horacio Verbitsky

“Aurora de una nueva República” se denomina el “conjunto de hombres y mujeres preocupados por el presente y el futuro de la República y sus instituciones”, que hizo su presentación pública el miércoles 8. Estos son, por orden alfabético, algunos de sus miembros:

Marcos Aguinis. Funcionario del gobierno alfonsinista en el área de Cultura. Entre otros libros escribió la biografía del almirante Guillermo Brown, a pedido de la DAIA y como homenaje y donación al almirante Massera en 1977. En el diario La Nación alterna artículos en los que compara a Kirchner con Hitler y otros en los que considera antisemita cualquier cuestionamiento a las violaciones a los derechos humanos por el gobierno de Israel

Atilio Alterini. Juez civil y comercial, en 1976 prestó juramento por los estatutos golpistas. El brigadier Osvaldo Cacciatore lo designó director de asuntos jurídicos de la Municipalidad porteña, donde dictaminó en favor del despido de mujeres embarazadas y se refirió a la cesantía con la significativa expresión “acto eliminatorio”...

Ver artículo completo:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/128109-41126-2009-07-12.html

viernes, 10 de julio de 2009

AUSTER

Si tuviera que recomendar una novela hoy, me inclinaria por esta obra de Paul Auster.
Tuve, como lector y espectador, dos sensaciones diferentes en principio con Auster. Mi primer contacto fue a través de la película CIGARROS, hermosa, bellisima. El guíon es de su autoria. Otro día hablare de la peli, incluso después me compre el libro. Esa fue una muy buena experiencia.

Por otro lado, como lector me fue indiferente otra novela de él (cuyo nombre no recuerdo o habré olvidado... a proposito?).

Asi que cuando compre este libro, para mi fondo librero, no tenía mayores expectativas. Mientras tomaba el subte, viajando hacia mi casa, lei la contratapa. El argumento es original...voy a leer un poquito pense, hasta que el subte llegue a la estación donde debo bajar. Bueno....les digo...no pude parar de leerlo. Era imposible dejarlo. Pero literalmente!. Ahora que lo medito, me da algo de verguenza leer en dos dias, lo que al escritor le llevo meses o años crear, modelar y publicar.

Un conjunto de personajes únicos, extraños, raros...con una trama y nudo argumental reloco, producto de un alucinado. No sé si don Auster se fumo algo, o comio los embutidos que venden en la estación de Chacarita, pero es evidente que tiene una exquisita imaginación.

Les escribo un fragmento de la contratapa: "El deseo de volar. Un huérfano de nueve años. Los años veinte. Un judío de origen húngaro, mitad místico, mitad prestidigitador. Una granja perdida en las praderas de Kansas. Ritos iniciáticos. Una anciana india. Un joven etíope. Las ferias, los circos, el despertar de la sexualidad...Y un anciano que recuerda.

Ésta es la historia de Walt, el niño al que el Maestro Yehudi enseñó a levitar y a volar. La historia de un adolescente que se convierte en adulto y pierde la magia. La historia de un hombre que trata desesperadamente de encontrar el sentido de su existencia".

No pude dejar de leerlo hasta que lo termine. Y me gusto.

miércoles, 8 de julio de 2009

Se viene el zurdaje?

Me parece que no...

domingo, 5 de julio de 2009

POPEYE


Ayer visite la hemeroteca en el ala oeste de mi castillo, ya que tenía ganas de leer una revista de historieta. Como mis ganas de desenvolver las revistas de su bolsita protectora eran nulas, saque la primera que estaba a mano sin bolsa, y asi me tope con LAS AVENTURAS DEL MARINERO POPEYE.

Es el número 123 de Enero de 1967.

Bueno, para leer un rato antes de dormir esta bien pense. No le tenia ninguna fe a la historia, y menos a la revista. Venía con malos antecedentes, ya que hace un par de años lei del mismo personaje, la revista que se edito en los 80, con múltiples nombres. Bien era LA FAMILIA, o bien POPEYE, con el subtítulo SUPLEMENTO DE NUEVAS AVENTURAS DEL MARINERO POPEYE, y una vez adentro de la revista uno se topaba con otra denominación: POPEYE EL MARINO, en fin...el tema era que mucho no me gusto en aquel entonces, mas alla de la calidad berreta de las páginas y demás.

Pero anoche me lleve varias sorpresas. La primera es que la historia o el armado de la misma era incoherente. Comenzaba con cosas que le pasaban a un profesor en la primera página. Pero en la segunda hoja la historia era otra y estaba empezada!

La imagen corresponde a la primer página.

La segunda historia era interesante y de un humor raro. Un rey se debaja bombardear por sus enemigos, y no se quejaba, ya que habían firmado un tratado de paz, y el bombardeo era nomás una pruebas que estaban haciendo para medir el alcance de las bombas. En fin, Popeye asume como embajador de este rey delarruista, y viaja al país de los prepotentes y los faja de una. Nada de comer espinaca, los surte sin mediar alimento extraordinario alguno.

Luego vienen las sorpresas. Como segunda historieta esta LUCKY PIEDRAS, con guion de C. DE LA VEGA, que no es otro que Oesterheld. Me llamo la atención que publicara en POPEYE en aquellos años, no tenía ni la menor idea. Los dibujos son de C. CRUZ. La historieta trata sobre buscadores de oro. Va la foto de LUCKY PIEDRAS:
La tercera historieta es: EL GRILLO, y con guion de Oesterheld y dibujos de Arancio. Se basa en el viaje de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, y toma como excusa el regalo de un grillo por parte de un niño a su padre, marinero de la expedición, y como este hecho a la larga, salvará la vida de todos.

La siguiente historieta también es de Oesterheld y con dibujos de Carlos Roume, se trata de TIPP KENYA, sobre cazadores en Alaska. Es una historia breve.
La fiesta llega al final. La alteúltima historieta y con gran sorpresa en encontrarla en Popeye, es TICONDEROGA.
Demasiado para una noche?. Nunca es mucho cuando se trata de leer historietas. Estas sorpresas fueron muy lindas y me dieron un muy buen final de día...o de noche.

ROLO, EL MARCIANO ADOPTIVO


La semana pasada la vi en el quiosko y no me pude resistir. Era una doble tentación, la que significa leer una historieta de Oesterheld y a la vez, comprar la revista como en los viejos tiempos en el quiosko de diarios.

No la dejen pasar, además esta al alcance de todos, a solo 8 australes.

La nota que sigue se publico en PAGINA 12, con motivo del lanzamiento de la revista:

Ahí va el Capitán Rolo

Un simple maestro de escuela, presidente de un club de barrio, es el protagonista de la historieta con la que el guionista Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López ensayaron más de cinco décadas atrás lo que luego harían con maestría en El Eternauta: una historia de ciencia ficción ambientada en Buenos Aires. Rolo, el marciano adoptivo volvió ayer a los quioscos como parte de la colección Continuará de la revista Fierro.

Por Juan Sasturain

Qué es aquel resplandor allá abajo, Rolo? –pregunta el Crema asomando su pinta gardeliana y baqueteada por la ventanilla del plato volador hace pocas horas arrebatado a los invasores pargas.

–Buenos Aires... ¿por qué?

–Estamos tan arriba ya que parece un charquito de luz... Si dan ganas de hacerle un tango...

–¡A buscar, Crema! Trajes espaciales y no tangos es lo que necesitamos.

Ese era el clima. La escena de la cuarta entrega de Rolo, el marciano adoptivo –Hora Cero Nº 4, agosto de 1957– da una idea de los elementos que combina la historieta escrita por C. de la Vega y dibujada por Solano López. Ubicada inmediatamente después del episodio bélico de Ernie Pike, proponía al lector una experiencia novedosa; una aventura de ciencia ficción ambientada en Buenos Aires y con personajes extraídos de la más vulgar cotidianidad.

Aquel oscuro C. de la Vega no era otro que Héctor Germán Oesterheld, autor de los guiones de esta serie y de los del resto de las aventuras de la revista y de su hermana melliza, Frontera, dos mensuarios de historietas completas que le cambiaron la cara y el espíritu al género de una vez y para siempre. Y aquella aventura de platos y porteños era –curiosamente–- la primera experiencia del guionista con una historia integral en el género fantástico.

GENERO Y PERSONAJES

El creador de Bull Rockett, Sargento Kirk, el Indio Suárez y otros personajes memorables para las revistas de Abril –Rayo Rojo y Misterix–- durante la primera mitad de los ‘50, al lanzarse a la aventura editorial independiente no sólo renovó los géneros transitados con westerns como Randall (Arturo del Castillo), historietas bélicas a la manera de Ernie Pike (Hugo Pratt) o episodios gauchescos como Nahuel Barros (Carlos Roume) sino que ensanchó posibilidades y escenarios con Ticonderoga (también con Pratt), rescató la épica de la historia nacional con Patria Vieja (otra vez Roume); redescubrió el marginal que nada a dos aguas entre la legalidad y el hampa con Cayena (Daniel Haupt) e imaginó un tono, un contexto y una rara combinación de elementos aventureros y cotidianos para Joe Zonda (Solano López). Sin embargo, fue en un género transitado hasta la trivialidad –la mal llamada ciencia ficción– donde Oesterheld materializó en aquella etapa su aporte tal vez más significativo a la historieta argentina contemporánea.

Cuatro series –Rolo, el marciano adoptivo, Rul de la Luna, El Eternauta (las tres curiosamente con Solano López) y Sherlock Time, con Alberto Breccia– se extienden por distintos lapsos a lo largo de los cinco años que duró la experiencia de Frontera y Hora Cero entre 1957 y 1961. Son sucesivas aproximaciones a la temática fantástica, tanteos vacilantes en algún caso –Rolo y Rul–, logros plenos y definitivos en las dos restantes.

LOS PARGAS EN BUENOS AIRES

Durante un año exacto –mayo ‘57 a mayo ‘58– y a lo largo de trece episodios publicados en el Hora Cero mensual, Oesterheld desarrolló y dejó inconclusa la historia de Rolo Montes, el marciano adoptivo. En manos de Jorge Mora –seudónimo de su hermano Jorge Oesterheld– la serie se prolongó tres episodios más para cerrarse definitivamente en agosto de 1958. Aventuras independientes –guionadas también por Jorge Mora–- aparecieron luego en el suplemento de Hora Cero Extra, siete en total hasta el número 12, dentro de un tono y modalidad diferente ya insinuado en la continuación y que marcan las últimas apariciones de los personajes creados por Oesterheld.

La historia es simple. Un oscuro maestro porteño de quinto grado, Rolo Montes, lee en el diario la reiteración de una noticia: por segunda vez en poco tiempo desaparecen bajo las aguas ómnibus escolares; antes en Africa, ahora en Canadá. Mientras los niños salen de la escuela hay un diálogo con el director, Sr. Villar, con el portero gallego que señala la coincidencia de la desaparición en los lagos, recuerda el tranvía que cayó al Riachuelo en el ‘35. Ya está la punta de la aventura: Rolo ha de salir con sus alumnos de excursión a la mañana siguiente.

El guión se detiene a detallar los rasgos que ubican al personaje y lo adjetivan. Vive solo en una pensión de barrio –la patrona, el perro y la chica–, hay muchos libros en su habitación. Es mediodía y trata de escuchar la radio mientras se prepara un par de huevos fritos. Pero no es posible, hay interferencia. La cotidianidad se rompe y la aventura golpea –lo viene a buscar– a las puertas del pequeño cuarto. La chica de la limpieza le informa asustada que los extraños hombres que han alquilado “el cuarto del fondo” quieren hablar con él. Rolo va.

Cuando abra la puerta, los rostros inmutables serán tan extraños como el arma que le apunta. Los rígidos y trajeados personajes no andarán con vueltas. Prontamente revelarán su verdadero rostro –vagos rasgos amorfos que insinúan plasticidad–, su origen y sus propósitos. Vienen de Parga, un planeta de civilización y tecnología muy superior a la terrestre; esos platos que ocasionalmente se dejan ver por los humanos son sus naves. La propuesta es simple: como los otros maestros, Rolo ha sido elegido para que entregue un contingente de niños que han de ser educados en Parga y convertidos en súper sabios. El también irá y será su mentor. Nada debe temer.

Rolo vacila –“Aquello era absurdo... Diez minutos antes estaba comiendo huevos fritos en su pieza y ahora...”–, la propuesta se clarifica en tentación; si accede, en el futuro, cuando los pargas dominen naturalmente la Tierra, será rector del planeta. Los argumentos son concluyentes y expresivos, Rolo es un humano de excepción que “pudiendo tener éxito profesional como brillante científico que es”, ha preferido ser maestro y dedicar sus esfuerzos a la presidencia de un club de barrio –el Deportivo Querandíes, que luego se convertirá en Meteoro– y ser un futbolista consumado.

Rolo intuye vagamente que no tiene alternativas y finge en principio acceder, marca la lógica de la seducción: “Ya estaba un poco cansado de ser un simple maestro de escuela”. Ziant y Tcha –los pargas– disponen todos sus movimientos para el día siguiente y un disparo de rayo lo inmoviliza hasta el momento de actuar.

A partir de allí, los acontecimientos se precipitan, impelido a seguir adelante, Rolo no intentará nada hasta que los pargas matan al Sr. Villar, que ha sospechado algo extraño en la salida. En ese momento se siente culpable y decide que hará algo. Aunque sea inútil, “morirá matando” a esos seres que han mostrado su verdadero rostro. Llegan a la orilla del río en un descampado y en un descuido en el agua, consigue zafarse. Derriba a Tcha, se apodera de la pistola y huye bajo el agua. Con una treta hará disparar su arma a Ziant y aprenderá su manejo, finalmente lo matará. El primer episodio termina con su rostro abrumado más que triunfante: en pocas horas su vida ha sido invadida por la aventura.

La segunda secuencia señala la aparición del grupo. Rolo recoge a Tcha, el parga que decide ayudarlo al tomar conciencia de los horrores de la destrucción de Marte y no desear ese destino para la Tierra. Lo lleva subrepticiamente al club y lo cobija en un tanque de ozono de diez atmósferas para bien morir entre pelotas de básquet y las sillas que se guardan para el baile del sábado en el cuartito del fondo... En memorable reunión de Comisión Directiva del Meteoro, Rolo plantea la situación a sus compañeros: hay una invasión extraterrestre limitada contra la que hay que luchar sin advertir a las autoridades, cualquier movimiento en ese sentido advertiría al invasor parga y la represalia sería exterminadora como en Marte. En conclusión, sólo cabe luchar, contra toda esperanza, usando los precarios medios del grupo: un club de barrio contra una civilización súper tecnológica.

El capital humano es heterogéneo pero aparece dispuesto luego de la incredulidad inicial (“este Rolo nos había hecho creer que era un tipo serio y mirá con lo que sale”... “Sos un Orson Welles”, etc.): “Fierro” Lara, vicepresidente del club, tornero y buen insider derecho del equipo; “Fideo” Ribas, tipógrafo y secretario; el tesorero “Crema” Pérez, arquetipo esquinero de café y tango que alguna vez pretendió escribir una revista para la alta sociedad –La Crema– y quedó bautizado y, finalmente, Mediavaca Arrastía, un peón frigorífico tan ancho como alto capaz de cargar la media res sin pestañear.

El grupo, bajo la conducción intelectual de Rolo, jefe natural, y con la ayuda de Tcha, capturará primero un plato volador, destruirá los restantes y –en el cuarto episodio– se apoderará de la nave madre. El próximo objetivo será la liberación de Marte y los siete capítulos siguientes narran cómo, junto a los marcianos sobrevivientes, logran destruir las cuatro bases pargas. El relato pierde interés entre superanimales y despliegue tecnológico y sólo lo recupera en el episodio 12 cuando, de regreso en el club, los pargas vuelven a la carga en medio de un antológico partido de básquet resuelto a piñas.

(Dice el Torta, muchachote del club, al ver a los falsos humanos caídos y en proceso de desintegración después de una trompada bien dada: “Rolo, cometiste un crimen quintillizo”.)

El capítulo que sería final cuenta un desafío futbolístico contra un equipo de robots y anuncia el cambio de tono, que vira levemente hacia el humor y la ironía. Las tres secuencias restantes –ya con Jorge Mora– narran la captura de Rolo y Crema en la base parga, su transformación física en Frondizi y Gómez respectivamente –presidente y vice en aquel momento– y el frustrado intento de los invasores de usar el artilugio para dominar el mundo. Pero el clima ya es otro: el Crema, ante el verdadero Frondizi, se lamenta: “Tenerlo tan cerca y no poder pedirle ni siquiera un puestito”. El final rápido ideado por el guionista está cargado de ironía. Destruidos los pargas y enterado de lo que había pasado, el presidente agradece y quita excesiva importancia al asunto que no debe perturbar la vida argentina, empeñada como está –dice– en problemas económicos prioritarios... La escena final marca el regreso de los protagonistas a la cotidianidad de la escuela, el club, el laburo, el tango, el baile del sábado.

ROLO, UN ENSAYO

Pese a que Oesterheld ya había hecho ciencia ficción para Más Allá y en ocasiones episodios de Bull Rockett o en Rayo Rojo, los senderos habituales del género no parecían propicios para sus preocupaciones humanistas. Sin embargo, optó por la convencional idea del enemigo planetario y la invasión agresiva y simultáneamente echó dos anclas realistas como contrapeso: la contemporaneidad de la acción y la ambientación en la circunstancia argentina. Por el primer elemento ponía el mal afuera, trasladaba el desencadenante de la acción más allá –como en la guerra– pero le daba un sentido absoluto y pleno; el héroe no necesita preguntarse por la justicia de su causa ya que lo es explícitamente; queda solo con su voluntad. Por otra parte, la contemporaneidad y el manejarse dentro de lo probable para la experiencia común del medio hacia mediados del ‘50 crea un ámbito aventurero nuevo dentro del hecho de que ni los protagonistas van hacia la aventura ni el medio la engendra, sino que son elegidos desde afuera como escenario y actores. De ahí el clima inaugural de la historia en los primeros tramos –-que hace su encanto– y el deterioro del interés cuando la acción se traslada al cosmos.

La novedad reside en que por primera vez –al no existir un héroe cuyo hábitat natural fuera lo fantástico– los personajes se revelan en la acción y se van haciendo héroes ante las circunstancias sucesivas. Lo que distingue a los protagonistas no es su excepcionalidad sino el hecho de ser enfáticamente corrientes, argentinos porteños inclusive típicos un exceso: “Rolo encarnaba la normalidad, el buen sentido y la inteligencia, y su imagen lo trasuntaba”, cuenta Solano López. Más inteligente que fuerte, de frente amplia y mirada penetrante, mediano y no demasiado musculoso. Y así los demás. Los personajes argentinos entraban en la historieta de aventuras de la mano de un realismo costumbrista de rasgos a veces cargados –el Crema– pero con la intención de no bastardearlos en la repetición de esquemas adaptados o copia de modelos.

Se invierte el sentido que tenía la nacionalidad argentina de un Vito Nervio –Breccia-Wadel en Patoruzito–, un detective criollo que podía andar por Estambul o Nueva York como El Fantasma o Mandrake y al que no le faltaba un ayudante negro.

Pero Rolo es un ensayo. Como tal, las flaquezas de la serie son demasiado evidentes: la tensión entre lo fantástico de la peripecia y el realismo costumbrista con que está pintada la circunstancia llega a un límite en que se hace necesario modificar el tono pues ya no puede “tomarse en serio” lo que sucede; las aventuras extraterrestres son motorizadas por la simple adición de obstáculos cada vez más complejos siempre salvados y el recurso de la fauna insólita trivializa la acción pese a algún hallazgo, como los túneles vivientes que guardan la fortaleza parga en Marte.

Como sucede en todo el desarrollo de Rul de la Luna –Frontera mensual, junio del ‘58 a febrero del ‘60– la trama sostenida por las apariciones sorpresivas de extraños personajes es muy endeble.

En contrapartida, las virtudes de Rolo rebasan largamente las debilidades estructurales de la intriga. La intención de demostrar que personajes y ambientes argentinos contemporáneos eran materia aventurable.

“Rolo y Joe Zonda nacieron del deseo de ver a personajes de aquí viviendo aventuras fuertes, serias o alegres. ¿Acaso el vigor, la alegría aventurera son patrimonio sajón?”, explicó alguna vez Oesterheld. Está plenamente lograda precisamente porque utiliza el mecanismo de inserción que la hace posible y alcanza los límites de esa inserción. Esboza un modelo de héroe en marcha, que se hace en la lucha codo a codo con sus iguales tras un objetivo que lo trasciende y contra un enemigo absoluto. Es decir que la condición del protagonista no está definida de antemano sino que es el resultado de una voluntad laboriosa y consciente.

Esta extraña confluencia de fantasía y testimonio del mundo circundante inaugurada con Rolo será una y otra vez retomada por Oesterheld. No es casual –sin duda– que sus aventuras de ciencia ficción se hayan ambientado casi siempre en Buenos Aires. Sobre todo una contemporánea de Rojo y de la que en cierta medida es su desarrollo y perfeccionamiento. Pero ésa es una obra maestra: El Eternauta.