Cuentan que Dios andaba triste. El tipo no daba bola, veía guerras, epidemias, asesinatos, campeonatos de River y no intervenía. Se excusaba con lo del libre albedrío. Pero... te lo digo yo que lo conozco, andaba triste el flaco.
Hasta que en una de esas, lo manda a llamar a Castelo. Para que! A los dos días era otro, meta risa, escabio y salidas a la noche con el Adolfo.
La onda le gusto, y le propuso a Castelo hacer un programa de radio para todos los habitantes del cielo. Claro que Adolfo no era ningún boludo, y le dijo que si, pero que no le tire todo el fardo y la responsabilidad a él solo, para ver si el flaco le aceptaba el convite. Pero Dios, para mantener un poco las formas en el cielo, le dijo que no, que no podía, que que iban a decir. Ya bastante tenían con las salidas nocturnas al cabarute de las vedettes celestiales, esas que rechazan billetes y que solo aceptan mimos y palabras galantes.
En fin... para no dejarlo en banda a Castelo, mando a llamar a Guinzburg. Ahí si que el cielo comenzó a temblar definitivamente. Eran tantas las carcajadas que provocaban que cada vez llovía mas en la tierra. Las nubes eran zarandeadas por tantas risas.
El programa era un éxito, y desde el infierno venía gente para escucharlo. Pero ay, en el cielo solo entraban las buenas personas, así que se tuvieron que volver derechito abajo, para escuchar una y otra vez como castigo diabolico las audiciones de mediocres y aburridos animadores de otrora gran éxito en la tierra.
El asunto andaba mas que bien, la gente contenta, Dios hecho un rey, la sonrisa eterna.
Pero... la cosa le había gustado tanto, que un poco se cebo el flaco... y mando a llamar a Fontanarrosa. Con el Negro presente, los otros dos se potenciaban. Las discusiones, los divagues, y los sueños eran únicos.
Así que la felicidad fue en aumento. El cielo, por primera vez fue un paraíso. Tantos genios del humor juntos eran arrolladores.
Las cosas siguen así de bien, pero Dios ahora quiere sacar una revista. Yo le digo, de onda, esta bien, yo se que todas y todos de allá arriba se merecen lo mejor porque fueron buenas personas, dignos, compañeros, solidarios, valientes y sensibles, pero flaco... ahora mandas a llamar a Cascioli!!
Ya se que es para editar la mejor revista celestial junto a Adolfo, el Petiso y el Negro. Pero... ¿no te parece que acá abajo nos vamos quedando cada vez más solos y mas tristes?
No hay comentarios:
Publicar un comentario