miércoles, 19 de octubre de 2011

A IZQUIERDA Y DERECHA

WAINFELD, de derecha a izquierda


La realidad efectiva: Cuando prolifera el futurismo en variopintas miradas “anti-K” o “no-K” es sugestivo detenerse un poco en lo tangible, en lo que hay. El kirchnerismo es una novedad potente en la saga democrática. La estabilidad política y económica aunada a la preeminencia sobre partidos alternativos validan lecturas menos despectivas, menos ansiógenas, más consistentes que las que expresa el discurso dominante en ciertos medios y en algunos (cada vez más circunscriptos) ámbitos académicos. Variables económicas e ideológicas confluyen para explicar su potencia, que no obliga a nadie a sumarse a sus filas pero que no es serio soslayar en ningún análisis y menos en “las mesas de arena”.

El cronista elude (por una vez y sin renunciar a nada en el futuro) la enumeración de medidas, a su ver, virtuosas, notables o hasta fundacionales del actual oficialismo. La “lista de almacenero”, como la llamó un joven escritor, que tiene su contrapartida en la nómina de errores, demasías o carencias. Son re-conocidas, en promedio. A los efectos de esta nota baste decir que las políticas laborales, sociales, económicas, el crecimiento exponencial del número de jubilados y la Asignación Universal por Hijo son “realidades efectivas” que ameritan bastante más que la subestimación. El reforzamiento del Estado, que puede afiliar a la AUH a una millonada de personas en un santiamén, emprolijar el otorgamiento de jubilaciones y pensiones y recaudar impuestos como jamás se hizo son hitos consistentes que impactan en el patrimonio de millones de personas.

La legitimidad que exprese la sumatoria de votos de CFK es de ejercicio. Ahí finca el presente y la potencial evaluación ciudadana del pasado reciente. Sus adversarios no (se) dan cuenta de esas minucias. Ahora, en vez de pensar cómo construir una alternativa superadora, se engolosinan en el futurismo agorero. Brotan hipótesis acerca de cuál será la causa de la decadencia futura (imaginada inexorable, tanto como anhelada) del Gobierno. El agotamiento del “modelo”, la recesión en Brasil, un derrumbe en China, la guerra intraperonista por la sucesión... Todas esas barajas son independientes del hacer opositor, que reincide en un criterio que ejercita desde 2009: jugar sus fichas al “mundo exterior”. Y llegado el caso, a alguna forma de desdicha colectiva. Hasta ahora, se supone, no fue un camino sensato.



Puede parecer una exageración acusar a “la oposición” y sus voceros mediáticos o cultos de negar “la realidad”. Sin embargo, algo de eso hay y, para colmo, no es novedad. Describir al peronismo como un simulacro, una impostura es una costumbre recurrente desde 1945. El menemismo no habilitó críticas de ese tenor porque era maná para los “contreras”: probaba (a su modo) que el justicialismo encarnaba todas sus críticas. El kirchnerismo resucita al “negacionismo”. Hay un declive que lleva no a cuestionarlo (lo que, huelga puntualizar, es lícito y hasta necesario) sino a señalar que “ese animal no existe”.

Es una fantasía amasada con mitos y mendacidad. Ni lo que hace es de verdad, ya que se le imputa perseguir otros fines a los proclamados o ¡a los concretados! He ahí una clave en boga. Se remacha: durante los primeros mandatos de Juan Domingo Perón esa tendencia fue dominante. “Nipo-nazi-falangismo”, como le gustaba comentar a Arturo Jauretche. Jorge Luis Borges, quién si no, escribió un cuento canónico (El simulacro) describiendo a un falso viudo que recorría pueblos con una muñeca de peluca rubia en un ataúd, recibiendo pésames y adhesiones. Los equiparaba a Perón y Eva. Un cuento notable coescrito con Adolfo Bioy Casares, Esse est percipi, propone que el fútbol y la política de masas no existen, son inventos de publicistas que los transmiten por radio ante la credulidad de la muchedumbre.

Al kirchnerismo, con cien diferencias enormes determinadas por las circunstancias de contexto, le cabe un sayo similar. Todo lo que hace, a estar a ciertas narrativas, es otra cosa que incorrecto o desacertado: es falso. Demos un ejemplo, entre docenas. Hay un cambio copernicano, formidable en materia de derechos humanos. Se reabren los juicios, se suceden las condenas. Se replica: es una falacia, sólo destinada a sumar votos. El ex presidente Néstor Kirchner, se fustiga, jamás se había involucrado en esos temas. Esas especies han sido refutadas pero, aun de existir, serían nimias, anecdóticas frente a la contundencia del avance ético e institucional. Y, llegado el caso, es doblemente interesante que alguien recorra el camino inverso al teorema de Baglini, por una vez: ser más audaz en el poder que cuando estaba en tránsito. Por último: hasta el 2003 a nadie se le había ocurrido ese camino para congregar adhesiones masivas, todas las fuerzas de gobierno eligieron otro rumbo.